LA ODISEA DEL SEMINARIO

Generalmente cuando un joven experimenta el llamado de Dios a la vida sacerdotal y responde a dicha invitación, una gran cantidad de personas consideran que ha optado por una opción de vida relativamente sencilla puesto que piensan que la vida consagrada a Dios es una estancia de paz y tranquilidad total. Con todo no es por decepcionar a quien cree que las cosas son así, pero hemos de ser sinceros al señalar todo lo que implica formarse dentro de un lugar de este estilo, para ello es necesario comprender el contexto socio – cultural en el cual nos encontramos inmersos. Así pues, en el ambiente actual se promueven valores que giran en torno a una existencia individualista, donde cada ser humano debido al contexto competitivo busca salir adelante incluso a consta de los demás. En cambio, el seminario busca la formación de sacerdotes con un amplio sentido de comunidad, favoreciendo la presencia de la misma y su realización efectiva. Por otra parte, la sociedad actual contribuye a formar en las nuevas generaciones una mentalidad consumista la cual orienta a valorizar sobremanera las realidades materiales en perjuicio de las espirituales. En contraste, la formación sacerdotal implica asumir una visión donde lo material no sea tenido como fin último del actuar humano, sino que se busca que este factor se constituya como un medio para trasladarse a ámbitos trascendentes a la materialidad. Y la problemática no termina aún, sino que se ve incrementada debido al enfoque hedonista que se presenta hoy en día. Que a un joven se le hable sobre la necesidad de vivir el celibato por una causa espiritual, es considerado por numerosos sectores sociales como algo dañino para la salud mental y relacional del individuo,  recibiendo inclusive el adjetivo de inhumano. A pesar de esta perspectiva el seminario promueve una vida sacerdotal desde el celibato, por considerarlo de suma importancia para una adecuada vivencia del ministerio propio del que ha consagrado su vida entera al servicio de Dios.  Estas son algunas de las contrariedades, aunque sin duda alguna no han sido mencionadas en su totalidad. Por lo tanto, formar a nuevos pastores en los tiempos actuales es una labor nada sencilla, tanto para los sacerdotes que están al frente de la institución como también para los seminaristas, y sin embargo, se constituye en una de las experiencias más maravillosas y misteriosas que solo logran entender en su grandeza aquéllos que han tenido la oportunidad de vivirla.

Joaquín Alfonso Núñez Zavala